La Diosa Tierra
(La promesa del retorno LunaVenus)
(La promesa del retorno LunaVenus)
En Gea (Gaia) se unen la amante y la madre,
la parte femenina “arrobada” por lo masculino
y al mismo tiempo maduramente protectora de su prole.
Gea es Luna pero también es Venus.
¿Por qué el “recuerdo” del Edén persiste en nosotros?
¿Por qué sentimos asimismo que lo hemos perdido?
¿Por qué sentimos asimismo que lo hemos perdido?
Quizá porque provenimos de un abrazo demasiado ardiente y conmocionante:
el de Urano y Gaia -el Cielo y la Tierra. De su cópula originaria.
Quizá esa unión sin miedos ni condicionamientos de lo femenino y lo masculino fue el Paraíso del que, pese a todo, presuponemos provenir (y que tememos recordar)...
De ese encuentro maravilloso y totalizador, floreciendo “presente a presente”...
De esa apertura contínua y gozosa de Gaia, la materia, ante la vibración masculina de la energía creadora..
Venus es quien mejor comprendió y custodió esta doble naturaleza de la amante-madre Tierra. Por eso fue enviada aquí por Urano, cuando Gaia desechó finalmente su abrazo y empezó a concentrarse en el temor de su periplo lunar. Porque el hecho es que semejante vibración creativa no fue fácil de soportar para Gaia. No, por lo menos, desde que la sombra de la separación nubló el camino de las diosas (y de los dioses) en la Tierra.
Si sólo recordáramos a Hera (Cáncer) cómo símbolo del resquemor femenino ante la cultura patriarcal y olvidáramos su compasión ante el "pacto" matrimonial... Si Isis (Leo) sólo fuera recordada como la poderosa señora de los misterios mayores de la Antigüedad, y sólo se entendiera su entrega de amante como un rasgo secundario... Si de Démeter (Virgo) lo que más guardara la historia es su dolor de madre humillada por el violador de su hija, olvidando que ella también supo replegar su poder para compartirlo con el poder masculino... Si de esta manera parcial absorbiéramos los mitos de las diosas y dioses precedentes, entonces ahora en Libra sería inevitable asistir a una nueva escisión. Y nos encontraríamos ante la división (totalmente condicionante del resto del circuito) entre la Luna y Venus.
Lamentablemente, así fue contada la historia de dioses y humanos hasta el presente.
Así fue como la Tierra -condicionada por los miedos lunares del cuidado al fruto- quedó aislada de Venus. El Cielo, amante originario, no permaneció a su lado como el Gran Padre de los hijos que había engendrado en ella. Uno de ellos, Cronos (el Tiempo) cumplió finalmente ese rol, transformándose en el protector necesario para ese femenino lunar. Pero Cronos sólo pudo ocupar el lugar de Urano, su padre, castrándolo en su masculinidad esencial. Así fue como este sucesor parricida del Cielo en la Tierra, aún más tiránico que Zeus y Hades, reinó aterrado de por vida.
Así fue como la Tierra -condicionada por los miedos lunares del cuidado al fruto- quedó aislada de Venus. El Cielo, amante originario, no permaneció a su lado como el Gran Padre de los hijos que había engendrado en ella. Uno de ellos, Cronos (el Tiempo) cumplió finalmente ese rol, transformándose en el protector necesario para ese femenino lunar. Pero Cronos sólo pudo ocupar el lugar de Urano, su padre, castrándolo en su masculinidad esencial. Así fue como este sucesor parricida del Cielo en la Tierra, aún más tiránico que Zeus y Hades, reinó aterrado de por vida.
Y así fue como Gea tuvo un padre sensato para sus hijos pero perdió la vibración celestial. Entretanto Urano el amante retornó, sangrante y castrado, al Cielo abierto de donde provenía. Y por el momento... aún no regresó...
Es cierto que dejó un espejo mágico para que reflejara su recuerdo ante Gaia. Esta contínua evocación del “abrazo celestial” es la bellísima y ardiente Venus Urania, el aspecto femenino intenso y libre que circuló y sigue circulando por la Tierra manteniendo vivo (aunque todavía misterioso e incomprendido) el deseo femenino por el retorno, algún día, de aquella maravillosa y temida vibración.